Sem Limites Negócios

Estos compuestos ayudan a aumentar la productividad agrícola, además de ser una práctica sostenible, sin dañar el medio ambiente. Promueven innumerables beneficios que ayudan al crecimiento y desarrollo de la planta: favorecen el enraizamiento y la brotación de nuevas ramas; ayudan a la planta en su equilibrio hormonal (las sustancias húmicas estimulan la producción de las hormonas vegetales giberelina, citoquinina y auxina; actúan en la síntesis de la enzima de membrana ATPasa, favoreciendo el enraizamiento de la planta; estimulan la germinación de las semillas y aceleran el crecimiento de la planta); ayudan al mantenimiento de la fertilidad del suelo, promoviendo el equilibrio del ecosistema (macro y microfauna del suelo) y esto ayuda a la disponibilidad, absorción, translocación y eficiencia de nutrientes como el nitrógeno y el fósforo. La mayor capacidad de retención de agua también se traduce en una mayor porosidad del suelo y, en consecuencia, en una mejor oxigenación; en la formación de quelatos orgánicos; aumentan la actividad antioxidante de la planta, incrementando la tolerancia a diversos estreses de origen abiótico (hídrico, salino, altas y bajas temperaturas) y, aunque no están directamente relacionados con agentes bióticos, como plagas y enfermedades, los bioestimulantes promueven un mejor desarrollo de la planta y ésta se vuelve menos susceptible al ataque de fitopatógenos, etc. La aplicación de los bioestimulantes en la agricultura puede ser a través de las semillas, directamente en el suelo, a través del riego, a través de la incorporación en los fertilizantes, o a través de la aplicación foliar. El uso de bioestimulantes no excluye el uso de fertilizantes químicos. Su uso potencia el efecto de la absorción y la translocación, proporcionando así una reducción posterior de los aportes químicos.